Carta de un soldado a su madre
Madre yo salí gozando
a mi patria defender,
siempre, su hijo Miguel,
noche y día batallando
a los moros atacando.
Al pie de su compañero
mi fusil era el primero,
mi machete es el segundo
pero de ser prisionero,
eso es lo peor del mundo.
Madre, yo voy a morir
yo misma muerte me doy
porque esto es mucho sufrir.
No puedo estar como estoy,
gozando ahí como mozo,
aquí triste calabozo
perdido y preso me veo.
Dígale usted a la Isabel,
la novia que quise tanto,
que ya no la vuelvo a ver,
que eche por mi muerte un llanto.
Adiós hermosa Isabel,
adiós hermoso lucero,
ya se despide de ti
este pobre prisionero.
Dios me trajo a este sendero
con tanta pena entre sí,
yo mi mano te ofrecí
y me pesa el conocerte
veo venir la muerte,
Isabel, pensando en ti.
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